No sabía donde me metía. La verdad es que llegué allí y empecé a tener dudas. Parecía un hospital: olía a hospital, me hicieron poner una bata blanca, como en un hospital, etc. Sin embargo no era un hospital. Estaba asustada y nerviosa. ¿Dónde estaba? ¿Adonde iba? ¿A dónde me enviaban? Eran todo preguntas con respuesta. Pero tenía miedo.
No me lo imaginaba así.
Subí escaleras, escaleras y más escaleras. Al fin llegué a mi destino. Al entrar en la planta, tuve que abrir una puerta, junto a la escalera, que estaba cerrada con pestillo (¡para que nadie escapase!). Empecé a caminar, insegura y con una doble dosis de respeto, y me dirigí hacia los seres de mí alrededor. Había de todo: altos, bajos, morenos, rubios y no tan rubios, gordos, delgados, grandes, pequeños…
Era el mayor descubrimiento jamás imaginado.
Y decían que nunca, que era imposible, encontrar vida en otras galaxias…
No me lo imaginaba así.
Subí escaleras, escaleras y más escaleras. Al fin llegué a mi destino. Al entrar en la planta, tuve que abrir una puerta, junto a la escalera, que estaba cerrada con pestillo (¡para que nadie escapase!). Empecé a caminar, insegura y con una doble dosis de respeto, y me dirigí hacia los seres de mí alrededor. Había de todo: altos, bajos, morenos, rubios y no tan rubios, gordos, delgados, grandes, pequeños…
Era el mayor descubrimiento jamás imaginado.
Y decían que nunca, que era imposible, encontrar vida en otras galaxias…
Wayra Ficapal
1 comentario:
Sin animo de ofender: mal redactado, revisalo
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