sábado, 3 de mayo de 2008

Paseo

Iba andando y he visto una chica que llevaba colocados en sus oídos unos auriculares y que intentaba disimular su placer por la música que en ese momento estaba escuchando. La delataban sus pasos firmes al compás de la música que parecía oírse a lo lejos y sus labios, que no paraban de moverse sin decir nada incitándote a que los leyeses sin éxito. He continuado con mi camino y de pronto, al girar la cabeza, he visto un poste lleno de carteles que anunciaban todo tipo de conciertos, pero me he fijado en uno de ellos, era blanco, y anunciaba el concierto que Jaime Cullum daría en alguna pequeña sala de Barcelona. Un chico, se ha quedado inmóvil delante de el… y de pronto, lo he visto sonreír de una manera que no había visto nunca. Se moría por ver al cantante y disfrutar del jazz que este ofrece.
A mi paso, una chica ha pasado justo por mi derecha en bicicleta con una guitarra colgado de la espalda…le he visto la cara, parecía triste.
La bicicleta ya quedaba lejos cuando he oído una voz femenina, cuyo origen no era ninguna radio de cualquier bar ni procedía tampoco de un coche con un dueño peculiar que con el volumen del equipo de música del coche pretende llamar la atención de chicas con minifaldas i gafas de sol. Esa voz procedía de una chica que, metida en su coche, agarraba su volante mientras cantaba Bette Davis Eyes, un éxito de Kim Carnes, sin darse cuenta que la ventana del copiloto había quedado entreabierta y su voz se escapaba por ella. Nunca había oído una segunda voz tan perfectamente afinada… esa voz ha hecho pararme y cerrando los ojos he intentado omitir la gran Kim Carnes para escuchar a la joven.
He pasado por error por delante de un parvulario rodeado por una marea de niños que iban de la mano de su gran acompañante. Todo eso era curioso, y sin saber porque he decidido observar a una niña que tiraba de la mano de su madre insistiendo para que esta escuchara la ultima canción que había aprendido en su diminuta aula. La niña cantaba eufórica, y la madre la escuchaba intentando sonreír i parecer interesada por lo que su hija le ofrecía mientras cargaba con tres bolsas del súper, e intentaba sacar con muchas dificultades a causa de los botes que pegaba la niña la piel de un plátano para que ésta merendase.
En mi camino he visto múltiples teatros que en su exterior, pequeñas luces en forma de circulo apagadas daban forma al nombre de un musical…todo era música.
Sorprendentemente, todo esto que yo he visto hoy, lo podemos ver todos cada día. Estamos impregnados de música. La música nos invade, pero a cambio nos da un arte que roza la perfección si se sabe utilizar de manera adecuada. La música, se siente, se crea, se canta, se baila, se aprende, se habla, se escucha, se necesita, se escribe, se transmite, se ama, se odia, se llora, se compra, se vende, se muestra, se VIVE.
Esto es para la gente que cree que con la música no tiene ningún futuro, pero que cree en la música. Para aquellos que se levantan a las tres de la mañana y lo único que necesitan es agarrar una guitarra, un piano o cualquier instrumento y crear. Y para aquellos que están todo el día pensando en esa canción que sin saber porque de adhiere a la perfección a su historia de amor particular. Para esa gente que se muere por la música pero que no se atreve…Hay tanto que hacer por i con la música, sabemos tan poco, pero tenemos tanto tiempo…Disfrutar de la música, es algo que no tiene precio.
En este momento sigo andando…pero ya no se dónde voy…


Mireia Casas 1º B

No hay comentarios: