lunes, 21 de abril de 2008

Frías vivencias.

Juan era un verdadero profesional, nunca fallaba. Ese día se encontraba en mitad de una cascada de hielo que estaba apunto de engullirle cual ballena engulle a una pescadilla.
Su piolet derecho estaba soportando todo su peso y sentía el quebradizo hielo crujir alrededor suyo, sabía que era el final. Por más que lo intentaba, era incapaz de clavar el piolet de la otra mano y sentía como el sudor de sus manos hacía resbalar a los guantes, era francamente angustioso. Se sentía incapaz de hacer más fuerza con sus delgadas piernas, que le temblaban de una forma espectacular debido al agotamiento.
Su apreciado compañero no dejaba de chillar desde el suelo, estaba histérico puesto que ya había finiquitado la historia de el que era su mejor amigo.
De repente un seco “crack” retumbo en todo su cuerpo, una gota de sudor frío le recorrió la frente hasta llegarle al pómulo derecho y se percató que todo había, por fin, terminado. Notó como el aire provocado por su velocidad le rozaba las orejas y le penetraba a través de la nariz hasta que todo se paró. Había impactado contra el frío suelo. No volvió a abrir los ojos.
De repente escuchó lejana la voz de su madre, abrió los ojos y se percató que solo había sido un sueño que apenas recordaba.
Ese mismo día Juan se fue a escalar una cascada de hielo con su mejor amigo y regresó a casa sin él con la extraña sensación de haber vivido ya esa situación antes.

Juan no volvió a coger nunca su piolet. Había perdido a su mejor amigo.


A.Akerman
1º Bach. F

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se nota que esacalas
Sabes como describir bien lo que uno siente cuando ve que se irá

Xim